jueves, 12 de enero de 2012

La importancia de tener papeles en regla para trabajar en Brasil
Técnicos españoles trabajan en Brasil en situación irregular

  Técnicos españoles trabajan en Brasil en situación irregular
Es frecuente trabajar con visado de turista mientras se espera regularizar la situación debido a las dificultades para instalarse legalmente en el país

Alex Olivé Martínez es un ingeniero barcelonés de 39 años que trabaja y gana un buen salario como delegado en Brasil de una compañía británica de suministro de piezas para plataformas petrolíferas y equipos de energía. Su posición es envidiable hoy día. Pero hasta hace dos meses, y desde tres años atrás, Olivé era uno de los cientos o miles de españoles sin papeles que trabajan al margen de la ley en Brasil. Sin papeles de cuello blanco, pues la mayoría son universitarios, pero en situación tan irregular como la de cualquier inmigrante clandestino en cualquier país del mundo.

Olivé inició su aventura brasileña hace tres años. En su empresa de l'Hospitalet, la división española de la británica Olaer, empezaban a notar la crisis. Él era jefe de ventas y sabía lo que venía. Actuó en consecuencia. "Le dije a mi jefe que quería ver mundo y le propuse abrir una línea de negocio en Brasil. Me dijo que sí".

Hubo suerte. En aquella época, la industria del petróleo bullía en torno a los promisorios descubrimientos en el pre-sal de la costa brasileña: un yacimiento que puede quintuplicar las reservas del país. Así que Olivé llegó en el momento justo. Venía a ofrecer lo que el sector necesitaba. Sólo tuvo que darse a conocer, y enseguida le salieron clientes.

Pero entrar en Brasil, profesionalmente hablando, no es tan sencillo como en un país socio de la UE o en una nación más abierta que el emergente país sudamericano. En la práctica, las autorizaciones para trabajar o hacer negocios allí sólo se logran a requerimiento de una empresa instalada en el país o montando una compañía con una inversión inicial de al menos 200.000 dólares.

Para muchos profesionales y empresas foráneas con ganas de triunfar en Brasil y con productos o cualidades para hacerlo, los tiempos y exigencias de tramitación de los permisos resultan difíciles o imposibles de cumplir, al menos en la etapa de instalación. Por eso no pocos optan por operar con visado de turista. Así lo hizo Olivé. No sin consecuencias.

Porque la ley es clara en esto. "El nacional de otro país que viene a Brasil como turista no puede trabajar. Hacerlo es ilegal y está sujeto a multas". Con esta contundencia lo advertía la jefa del Registro de Extranjeros de la Policía Federal en São Paulo, Bruna Rodrigues, en una reciente conferencia en la Cámara de Comercio Española en Brasil. Fue la primera frase de su intervención.

¿Por qué tanto énfasis? Rodrigues no tardó en precisarlo. "Hemos detectado –dijo– que muchos técnicos extranjeros vienen a trabajar con visado de turista", señaló. "No sabemos qué está pasando", añadió intrigada.

Tal vez a la delegada policial le habría interesado la explicación de Olivé, ilustrativa de uno de los casos más frecuentes de expatriación o inmigración irregular de altos vuelos en Brasil. "Al principio –recuerda–, yo iba y venía una vez al mes. Hacía mis contactos y volvía a Barcelona. No había problema, aunque funcionaba con visado de turista. Pero con el tiempo vimos que el negocio resultaba y había que cambiar de sistema. Así que en febrero del 2010 decidimos que me instalaría en São Paulo como representante de Olaer en Brasil, y de paso para toda Latinoamérica".

En lugar de buscarse un socio local, Olaer prefirió montar una delegación con Olivé al frente. Para ello, la compañía hubo de adelantar los 200.000 dólares de rigor, buscar un administrador local y presentar un plan de empresa. "Durante el proceso de arranque, se suponía que yo no debía estar en Brasil. Pero los clientes exigían mi presencia".

Así que Olivé continuó de ilegal en Brasil mientras le tramitaban el permiso de trabajo como responsable de la flamante empresa; con visado de turista, claro. Pero este documento se concede por 90 días prorrogables por otros tantos una sola vez en un periodo de 12 meses. Para sortear esta limitación, el catalán recurrió a uno de los trucos al uso entre los nuevos inmigrantes clandestinos: refrescar el visado saliendo y volviendo a entrar al país por la frontera con Paraguay en Iguazú, donde "el control es menos estricto", según él y algunos compañeros aún sin papeles que eludieron identificarse. "Al menos así era hace poco, pues ahora tienen más cuidado en todos sitios", indicaron.

Olivé y dos amigos de la peña del Barça en São Paulo hicieron el viaje a Iguazú el año pasado con éxito. "Alquilamos un coche y al volver dijimos que éramos españoles. El tipo de la aduana no comprobó nada. Nos selló los pasaportes y así todos obtuvimos un extra de tres meses".

Un procedimiento más sencillo pero problemático consiste en dejar que el plazo venza para luego pagar la multa correspondiente. Por cada día de más hay que abonar 8,37 reales (3,5 euros), pero con un límite de 100 días, o sea 350 euros, que no es tanto. Aunque lógicamente no hay cifras, en medios empresariales y consulares es sabido que hoy son legión los profesionales desplazados en Brasil que asumen de entrada el pago de las multas antes que tratar de legalizar su situación.

El problema es que, si uno vulnera las normas, se expone a ser deportado. Como le pasó a Olivé en agosto, al volver a Brasil de un viaje a México, tres días después de vencer su estancia máxima como turista. Su visado de trabajo ya estaba listo, pero le faltaba recogerlo y adjuntarlo al pasaporte. Cuando le pararon en el aeropuerto de São Paulo, sacó el ordenador y mostró el certificado. El funcionario no cedió. "Creo que estaban vengándose de ciertas deportaciones de brasileñas en Barajas", dice. El caso es que lo mandaron de vuelta a México.

Pronto pudo regresar con todo en regla. Por eso, porque ya es legal, cuenta lo que muchos tienen que seguir ocultando. Él, como otros antes en estas páginas, da un consejo: "No vengan a Brasil a ver qué pasa, sin todo ya muy encauzado. Esto no es fácil".

Autor Articulo: Fernando García

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