miércoles, 11 de enero de 2012

Una vuelta a la tortilla del turismo

El turista medio español es hoy pobre en Brasil, mientras que el brasileño que visita España gasta aquí el doble que el resto


El turista español medio es un pobretón en el Brasil de hoy. Todo lo contrario del manirroto turista brasileño que visita España o cualquier otro país del mundo desarrollado. La inversión de papeles en este campo es tanto o más patente que en el mundo del trabajo. Y aquí sí que hay números. La considerable revaluación del real respecto al euro y al dólar, así como la incorporación de unos 30 millones de brasileños a la clase media en los últimos diez años, han alterado por completo los flujos turísticos desde y hacia el gigante de América del Sur.
Más de medio millón de brasileños visitaron España en el 2011. No es que sean muchos en términos relativos, pues sólo representa el 1% del total que recibe el país, pero desde luego resultan un bombón para el sector. Primero, porque cada vez son más: sólo en el primer semestre del 2011, según datos ya más precisos, llegaron 320.000, lo que representa un incremento del 50% sobre el mismo periodo del 2010; segundo, porque gastan una media de 206 euros al día, el doble del promedio de lo que se deja el conjunto de los turistas foráneos, y tercero, porque llegan a lo largo de todo el año y contribuyen al eterno objetivo de desestacionalizar el turismo español.

Según la consejera del ramo en la embajada española en Brasil, Belén González, a los brasileños les interesa ante todo el patrimonio y la gastronomía, es decir, las poblaciones monumentales, los museos, los restaurantes y, cada vez más, las bodegas. También las compras, dada la carestía de los precios de los productos importados en su tierra. Lo que no frecuentan tanto son las playas españolas, que en su caso pasan a un segundo plano como es comprensible.

También los hay que vienen para aprender castellano, aunque en esto Argentina representa una competencia prácticamente invencible por obvias razones geográficas. Y una curiosidad: "A los brasileños les llaman mucho la atención nuestras grandes ciudades, sobre todo porque para ellos son pequeñas", explica González.

Una agencia de viajes elegida al azar en un barrio de clase media-alta de São Paulo, Trilha (sendero), nos confirmaba a pequeña escala estas impresiones y datos. Según su propietario, Rodrigo Ferreira, si hace tres o cuatro años sólo unos 45 de sus 300 clientes escogían España como destino –casi siempre en combinación con otro u otros países europeos–, ahora son ya entre 90 y 100, y por tanto representan el 30%. Barcelona, Madrid y Andalucía son los puntos predilectos de esos clientes.

En contraste con el crecimiento del número de visitantes brasileños a España, el de españoles que van a Brasil está casi estancado: en el 2011 habrán sido como mucho unos 190.000, según datos recientes, frente a 180.000 el año anterior. Pero en el 2005 eran 173.000.

El gigante del sur no es precisamente una gran potencia turística como país receptor. Con una superficie 17 veces superior y una población más de 4 veces mayor que la de España, Brasil recibe casi exactamente la décima parte de turistas: 5,4 millones al año, frente a los 55 millones que visitan España.

En cambio, Brasil sí es importante como país emisor de turistas: por cantidad y por calidad. Unos 12,5 millones viajan cada año al exterior, y consumen que da gusto. "El brasileño gasta todo lo que tiene; si tiene cinco mil, gasta cinco mil", asegura el director de Estudios del Ministerio de Turismo, José Francisco Salles Lopes.

En el año 2010, los visitantes de la nación sudamericana se dejaron 5.900 millones de dólares en Estados Unidos, donde fueron y siguen siendo los extranjeros que más gastan, informó el Departamento de Comercio estadounidense. Fueron unos 5.000 dólares por persona y más de 1,1 millones de visitas a Estados Unidos, su primer destino.

El gasto total de los brasileños en viajes internacionales fue en el 2011 de más de 20.000 millones de dólares: un 22% más que el año anterior. Un chollo de turistas.


Autor Articulo: Fernando García

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